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Verónica Pomerane

ORIENTE

Este año me reencuentro con Marruecos, esto lo escribí en mi primer viaje 06-01-03.


Oriente

lo exótico y lo brutal
el caos y la obediencia
lo repugnante y la emanación
absoluto entre lo que desaparece, lo laberíntico y lo que se impone
donde el tiempo juega a ofrecer lo inextinguible
recayendo y degradando la materia, devolviéndola sublime en esplendor, frescura
Y de pronto lo tosco, lo sucio, que se limpia al vivenciarlo
los aromas, en sus notas más vibrantes
descendiendo insalubres, mezcla de azufre y azahar
para reencontrarse con el rebosante bullicio
que crece en grito despojado de humanidad
donde lo bestial pugna
la llamada a la plegaria
todo se disuelve en creencia, en ritual
Conflicto que late, avanza, seduce.

Desierto

¿Qué inconmensurable silencio guarda el eco?
donde lo eterno se muestra simple
reino de lo inmenso, fantasmagórico
allí nos es posible medirnos en nuestra nada
hacia nuestra pequeñez somos orientados,
despojados.
Abrazados somos, por aterciopelado manto
suelo tejido en pequeñas partículas
lo divisible hermanado con lo celestial
ser testigo de lo inhóspito
lo seco recorrido por el néctar que da vida.

Marrakesh

nuestros sentidos expectantes, alertas
latiendo en deseos desesperados, punzantes
la promesa ardiendo, ofreciendo maravillas
desplegándose en incienso, música
encantadores de serpientes, mujeres desaparecidas tras infinitos velos
malabares…
La tentación que todo lo conquista
entonando lejanas melodías, cantos de sirena
empujándonos hacia lo irresistible, lo abismal.
No es más que un burdel que me aleja de mi profundo anhelo de lo eterno.

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